miércoles, 27 de agosto de 2008

MARTIN LUTERO

Martín Lutero (1483-1546), teólogo y reformador religioso alemán, iniciador de la Reforma protestante. Figura crucial de la edad moderna en Europa, la influencia del conjunto de sus teorías y doctrinas (que suele ser denominado luteranismo) se extendió, más allá de la religión, a la política, la economía, la educación, la filosofía, el lenguaje, la música y otros espacios de la cultura.

Martín Lutero El teólogo y reformador religioso alemán Martín Lutero precipitó la Reforma protestante al publicar en 1517 sus 95 tesis denunciando las indulgencias y los excesos de la Iglesia católica. Para Lutero la esencia del cristianismo no se encuentra en la organización encabezada por el papa, sino en la comunicación directa de cada persona con Dios. Su protesta provocó la salida de la Iglesia católica de muchos de sus fieles y sentó las bases para otros movimientos protestantes, como el calvinista y el presbiteriano.

2 INFANCIA Y JUVENTUD

Nació en Eisleben el 10 de noviembre de 1483, descendiente de campesinos, hecho en el que siempre insistió. Su padre, Hans Lutero, trabajó en las minas de cobre de Mansfeld. Recibió una sólida educación en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach. En 1501, a los 17 años de edad, ingresó en la Universidad de Erfurt, donde se licenció en 1502 y doctoró en 1505. Después quiso estudiar Derecho, como su padre deseaba, pero en el verano de 1505 abandonó de pronto sus estudios, vendió sus libros e ingresó en el monasterio de los agustinos de Erfurt, decisión que sorprendió a sus amigos y consternó a sus padres. Más tarde lo explicó recordando que por entonces tuvo varios encuentros con la muerte que le hicieron sentir la fugacidad de la vida. En el monasterio cumplió las reglas impuestas para el noviciado pero no encontró la paz de Dios que esperaba. En el otoño de 1506 profesó como monje y un año después se ordenó sacerdote.

Con el propósito de estudiar teología para ocupar una cátedra en una de las muchas universidades alemanas regidas por los monjes, su amigo y consejero Johann von Staupitz, vicario general de los agustinos, le asignó en 1508 un curso introductorio de filosofía moral en la nueva Universidad de Wittenberg (fundada en 1502). En 1509 se licenció en teología y volvió a Erfurt, donde impartió clases y estudió (1509-1511). En noviembre de 1510 visitó Roma en representación de siete monasterios agustinos y cumplió los deberes religiosos acostumbrados para un visitante piadoso, pero la mundanidad del clero romano le indignó. Al poco tiempo de reanudar sus deberes en Erfurt, fue enviado a Wittenberg para estudiar el doctorado de teología. En 1512 se doctoró y asumió la cátedra de Teología Bíblica que conservó hasta su muerte.

Lutero fue un predicador, profesor y administrador muy activo. Sus estudios del Nuevo Testamento para preparar sus clases le llevaron a creer que los cristianos se salvan, no por sus propios esfuerzos o méritos, sino por el don de la gracia de Dios, que ellos aceptan por la fe. Aunque los eruditos no se ponen de acuerdo en cuanto a la fecha exacta y el lugar en que Lutero llegó a estas conclusiones, el acontecimiento, crucial en la vida de Lutero, lo hizo enfrentarse contra algunos de los principios fundamentales de la Iglesia católica.

3 COMIENZOS DE LA REFORMA

El 31 de octubre de 1517 Lutero se convirtió en controvertida figura pública al exponer en el pórtico de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg (algunos estudiosos dudan sobre si éste fue el lugar exacto) sus 95 Tesis o proposiciones escritas en latín contra la venta de indulgencias (remisión, mediante un pago, de los castigos temporales impuestos por la comisión de los pecados) para la gran obra de los papas Julio II y León X: la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. Al margen de cómo se hicieron públicas sus proposiciones, causaron una gran conmoción y fueron traducidas de inmediato al alemán, logrando una amplísima difusión. Lutero defendió con energía sus opiniones en debates universitarios públicos en Wittenberg y en otras ciudades, provocando una investigación por parte de la Iglesia romana que culminó con la condena de sus enseñanzas (15 de junio de 1520) y con su excomunión (1 de enero de 1521) por el papa León X. En abril de 1521 fue convocado ante el emperador Carlos V en la Dieta de Worms y se le pidió que se retractase ante las autoridades seculares y eclesiásticas allí reunidas. Se negó, asegurando que para hacerlo tendrían que refutar sus teorías con las Escrituras y la razón y que no es conveniente ir contra la conciencia. Su famosa declaración: “Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa”, quizá no sea más que una leyenda. El emperador condenó a Lutero, pero el elector de Sajonia, Federico el Sabio, lo recluyó en su castillo de Wartburg, donde Lutero emprendió su traducción del Nuevo Testamento del original griego al alemán, una contribución fundamental al desarrollo de la lengua alemana. Los desórdenes provocados en Wittenberg por sus seguidores más extremistas le obligaron a volver a la ciudad, en marzo de 1521, para restablecer la paz por medio de numerosos sermones.

4 LAS GUERRAS CAMPESINAS

Lutero continuó enseñando y escribiendo en Wittenberg, pero pronto se vio envuelto en las disputas que rodearon a las denominadas Guerras Campesinas (1524-1526). Los líderes de dicha revuelta, sobre todo Thomas Münzer (fundador de la secta de los anabaptistas), justificaron sus demandas basándose, de forma errónea, en los escritos de Lutero y aunque éste apoyó muchas de sus aspiraciones políticas, consideró erróneos sus argumentos teológicos. Cuando los campesinos recurrieron a la violencia, los denunció y apoyó los esfuerzos de los príncipes por restablecer el orden. Más tarde repudió la dureza y la política vengativa adoptada por los nobles y su actitud hacia la guerra le hizo perder muchos amigos y seguidores. En 1525, en medio de esta controversia, contrajo matrimonio con Catalina de Bora, una antigua monja. El matrimonio fue feliz y su mujer se convirtió en una colaboradora importante durante el resto de su vida. Después de articular su teología básica en sus primeros escritos —De la libertad del cristiano (1519), Manifiesto a la nobleza cristiana de la nación alemana (1520), La cautividad de Babilonia (1520), De la esclavitud del arbitrio (1525)— publicó su libro más famoso, Pequeño catecismo (1529). Entre 1955 y 1976 se ha publicado la edición moderna de las obras de Lutero, que ocupa 54 volúmenes. Su Pequeño catecismo explica en un lenguaje sencillo y rico la teología de la Reforma evangélica comentando brevemente, en forma de preguntas y respuestas, temas tales como los Diez Mandamientos, el credo apostólico, el Padrenuestro, el bautismo y la eucaristía. Al prohibírsele asistir a la Dieta de Augsburgo por estar excomulgado, Lutero delegó la defensa de los reformadores, formulada en la Confesión de Augsburgo (1530), en su colega y amigo, el humanista Philip Melanchthon. En 1532 terminó su traducción del Antiguo Testamento. Mientras tanto, su influencia se extendió por el norte y el este de Europa, y su prestigio contribuyó a que Wittenberg se convirtiera en un centro intelectual. Su defensa de la independencia de los gobernantes respecto a la supervisión eclesiástica le ganó el apoyo de muchos príncipes, aunque después se interpretó de manera contraria a su intención original.

5 ÚLTIMOS AÑOS

En 1537 la salud de Lutero empezó a deteriorarse. Preocupado por el resurgimiento del Papado y por lo que interpretó como un intento de los judíos de aprovechar la confusión surgida entre los cristianos para reabrir la cuestión del mesianismo de Jesús, se sintió responsable de semejante estado de cosas y escribió una violenta invectiva contra los judíos y otra contra el Papado y la facción más radical de los reformadores, los anabaptistas. En 1546 se solicitó su mediación en un conflicto surgido entre los dos condes que gobernaban en Mansfeld. Viejo y enfermo, acudió, resolvió el litigio y murió el 18 de febrero de 1546 en Eisleben.

6 TEOLOGÍA

Lutero no fue un teólogo a la usanza clásica, pero la sutilidad y complejidad de su obra, inspirada en su estudio riguroso del Nuevo Testamento y en el gran teólogo del siglo IV san Agustín de Hipona, ejerció una influencia muy importante.

6.1 Ley y Evangelio

Lutero sostuvo que Dios actúa sobre los seres humanos a través de la ley y de los Evangelios.

La ley representa las exigencias de Dios como se expresa, por ejemplo, en los Diez Mandamientos y en los preceptos de Jesús en el Nuevo Testamento. Al margen de sus convicciones religiosas, todas las personas son conscientes de la ley y las tradiciones éticas de su cultura, aunque el pecado distorsione su interpretación. Para Lutero, la ley cumple dos funciones. Permite a los seres humanos mantener cierto orden en su mundo, su comunidad y sus propias vidas a pesar del profundo alejamiento de Dios, del mundo, de sus semejantes y de sí mismos provocado por el pecado original que introdujo el mal radical. Además, la ley acerca a los seres humanos a Cristo por la necesidad del perdón de los pecados.

Dios también se relaciona con los seres humanos a través de los Evangelios, donde se narra el sacrificio de su hijo para la salvación del género humano. Esta proclamación no exige más que su aceptación por parte de las personas. Lutero pensaba que la teología se equivocó al confundir la ley con el Evangelio y afirmó que los seres humanos sólo pueden aspirar a ser dignos del don incondicional de la gracia de Dios.

6.2 Pecado

Insistió en que los cristianos, desde que habitan este mundo, son pecadores y santos al mismo tiempo. Son santos en la medida en que creen en la gracia de Dios y no en sus propios actos. Sin embargo, el pecado es un aspecto permanente y omnipresente en la Iglesia, igual que en el mundo, y un santo no es un emblema moral, sino un pecador que acepta la gracia divina, de forma que, desde el ciudadano más respetado hasta el criminal más empedernido, todos necesitan el perdón de Dios.

6.3 Lo finito y lo infinito

Lutero pensaba que Dios se manifiesta ante los seres humanos a través de formas finitas y terrenales más que en su divinidad pura. Por ejemplo, se reveló a sí mismo en Jesucristo y se dirigió a nosotros hablando con las palabras humanas de los autores del Nuevo Testamento, y su cuerpo y su sangre son recibidos por los creyentes (según la frase de Lutero) “en, con y bajo” el pan y el vino de la Sagrada Comunión. Para Lutero, que derribó la tradicional distinción entre ocupaciones sagradas y seculares, los seres humanos trabajan para sí mismos y para el mundo cualesquiera que sean sus ocupaciones (que llamó vocaciones) como madres, padres, gobernantes o súbditos, carniceros o panaderos; todos son instrumentos de Dios, que trabaja en el mundo a través de ellos.

6.4 Teología de la cruz

Lutero afirmó que la teología cristiana es la teología de la cruz más que la de la gloria. Los seres humanos no pueden percibir a Dios por medio de la filosofía o la ética. Deben dejar a Dios que sea Dios y verlo donde Él quiere darse a conocer. Para Lutero, Dios revela su sabiduría en la insensatez de los sermones; su poder, a través del sufrimiento, y el significado secreto de la vida, a través de la muerte de Cristo en la cruz.

LA CONTRAREFORMA CATOLICA
Contrarreforma, movimiento que tuvo lugar en el seno de la Iglesia católica apostólica romana en los siglos XVI y XVII. Supuso un intento de revitalizar la Iglesia y oponerse al protestantismo. Algunos historiadores rechazan el término porque implica sólo los elementos negativos del movimiento y prefieren utilizar las denominaciones de Reforma católica o Restauración católica, para resaltar la alta espiritualidad que animó a muchos de los que encabezaron el movimiento, que a veces no tenía relación directa con la Reforma protestante.

2 PETICIONES DE REFORMA DE LA IGLESIA

El siglo XV se caracterizó por las exigencias de una reforma de la Iglesia, como reacción al escándalo del Gran Cisma de Occidente y para corregir los abusos religiosos. El religioso italiano Girolamo Savonarola criticó con mordacidad la actitud mundana de su contemporáneo, el papa Alejandro VI. El llamado movimiento observantista desarrollado por las órdenes mendicantes intentó que sus miembros volvieran a una vida más austera, y humanistas como Erasmo de Rotterdam trataron de crear alternativas a las estériles especulaciones de la teología académica. Aun siendo sinceros estos esfuerzos, durante mucho tiempo no estuvieron coordinados y no lograron tener un impacto perceptible en la institución.

3 INICIATIVAS PARA LA REFORMA

Concilio de Trento En este fresco, que se encuentra en el palacio Farnesio de Caprarola, fue representada una escena que reflejaba los debates de las sesiones del Concilio de Trento (1545-1563).

Sólo cuando Pablo III se convirtió en papa en 1534 tuvo la Iglesia el liderazgo que necesitaba para orquestar esos impulsos en favor de la reforma y enfrentarse al reto que supuso la aparición de los protestantes. Una de las iniciativas más importantes de Pablo III fue nombrar reformadores sinceros como Gasparo Contarini y Reginald Pole e incorporarlos al Sacro Colegio Cardenalicio. También impulsó nuevas órdenes religiosas como los teatinos, capuchinos, ursulinas y en especial los jesuitas. Este último grupo, bajo la dirección de san Ignacio de Loyola, estaba constituido por hombres muy instruidos, dedicados a renovar la piedad a través de la predicación, la instrucción catecumenal y el uso de los ejercicios espirituales establecidos por san Ignacio, donde debía profundizarse en la meditación personal. Tal vez la más destacada actuación de Pablo III fue la convocatoria, en 1545, del Concilio de Trento, para tratar las cuestiones doctrinales y disciplinarias suscitadas por los protestantes. Actuando a menudo en una difícil alianza con el emperador Carlos V, Pablo III, como muchos de sus sucesores, no dudó en utilizar tanto medidas diplomáticas como militares contra los protestantes.

4 INSTRUMENTOS DE LA CONTRARREFORMA

San Carlos Borromeo Retrato póstumo de san Carlos Borromeo realizado por el pintor florentino Carlo Dolci (1616-1686) que se conserva en el palacio Pitti (Florencia, Italia). Dicho prelado italiano fue uno de los principales promotores de la Contrarreforma católica durante el siglo XVI.

Una poderosa corriente represiva, que empezó hacia 1542, penetró en el propio catolicismo romano cuando se instituyeron el Índice de Libros Prohibidos y una nueva Inquisición. El pontificado de Pablo IV aportó el más vigoroso apoyo a estas medidas. En España, la Inquisición se convirtió en un instrumento dependiente de la Corona, usado con eficacia por los monarcas españoles, en especial por el rey Felipe II, para asegurarse la ortodoxia de sus súbditos y suprimir tanto la disidencia política como la religiosa.

Hacia finales del siglo XVI, en parte bajo la influencia del Concilio de Trento, apareció en Italia un grupo de obispos, celosos por reformar su clero e instruir a su pueblo. San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán, fue un modelo para muchos de ellos. El establecimiento de seminarios en muchas diócesis garantizó un clero honrado en el orden teológico y moral. En Roma, san Felipe Neri puso música a textos religiosos y llevó a cabo reuniones informales que pronto desembocaron en la figura (y el espacio físico) del oratorio.

5 EVOLUCIÓN DE LA CONTRARREFORMA

San Vicente de Paúl El religioso francés san Vicente de Paúl fundó numerosas congregaciones de espíritu caritativo durante el siglo XVII. Debido a ello, en 1885 fue nombrado patrón de las obras de caridad.Roger-Viollet

En Alemania, los católicos siguieron intranquilos después de la Paz de Augsburgo (1555), considerada por muchos como una victoria del luteranismo. Los sacerdotes formados en Roma regresaron a su tierra natal mejor instruidos y con mayores deseos de realizar su labor eclesiástica que sus antecesores. San Pedro Canisio elaboró un catecismo que intentó servir de contrapeso al redactado por Martín Lutero, aunque no lo consiguió. Las tensiones internas, en las que se produjo una destacada intervención militar en ambos bandos, culminaron en los horrores de la guerra de los Treinta Años, que causó estragos desde 1618 hasta 1648 y dejó devastados los territorios alemanes.

Debido a las guerras de Religión (1559-1598), la Contrarreforma no tuvo apenas implantación en Francia hasta el siglo XVII. La devoción hacia los pobres, como ejemplificaron san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac, caracterizó la experiencia francesa. En este país se prestó mucha atención, al igual que en Italia, a las misiones populares que surgieron entre los campesinos. Mientras tanto, san Francisco de Sales, obispo de Ginebra, publicó su Introducción a la vida devota (1609), que se cuenta entre las más populares de todas las obras de la espiritualidad cristiana.


La espiritualidad de la Contrarreforma fue militante, encaminada a la evangelización de los nuevos territorios recién explorados en Extremo Oriente, Sudamérica y Norteamérica. Semejante entusiasmo se desplegó en el establecimiento de escuelas confesionales, donde los jesuitas desempeñaron un destacado papel de vanguardia. A pesar del énfasis puesto en el activismo, la Contrarreforma dio en España dos de los mayores místicos del cristianismo: santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz.

ROMANTICISMO
Romanticismo (arte), en arte, movimiento artístico e intelectual europeo que se extiende aproximadamente desde 1800 hasta 1850. El romanticismo no puede ser identificado con un estilo singular, con una técnica o con una actitud, pero sin embargo la pintura romántica se caracteriza por una aproximación muy imaginativa y subjetiva, intensidad emocional y por un carácter visionario u onírico. Mientras que el arte clásico y neoclásico es mesura, claro y completo en cuanto a la expresión, el arte romántico se caracteriza por esforzarse en expresar estados de ánimo, sentimientos muy intensos o místicos, así como por eludir la claridad y la definición. El escritor alemán Ernst Hoffmann definió la esencia del romanticismo como la “infinita añoranza”. En la elección de temas, los artistas del movimiento romántico mostraron predilección por la naturaleza, especialmente en su aspecto más salvaje o misterioso, así como con asuntos exóticos, melancólicos o melodramáticos que producen miedo o pasión.

El autor del artículo que reproducimos a continuación es catedrático de Historia del Arte de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, y conservador del museo Thyssen-Bornemisza. En este texto analiza la obra de estos dos autores coetáneos, considerados dos de los grandes representantes de la pintura paisajística romántica.

2 CONTEXTO DEL SIGLO XVIII



La pesadilla Admirador de la antigüedad y del arte del siglo XVI, así como del teatro de Shakespeare y las leyendas germánicas, Henry Fuseli, como Goya, exploró desde finales del siglo XVIII la franja sombría del Siglo de las Luces. El sueño, con sus rasgos de sensualidad y de angustia, con sus imágenes obsesivas y aterradoras, encarnadas por la cabeza de caballo y por el monstruo diabólico en La pesadilla (1790-1791, óleo sobre lienzo, 76×63 cm, Museo Goethe, Frankfurt) , se sitúa entre los temas que anuncian el romanticismo.


El sueño de la razón produce monstruos El sueño de la razón produce monstruos (1797-1799) forma parte de Los caprichos, una serie de aguafuertes realizados por Francisco de Goya. En ellos el pintor aragonés satirizó las convenciones sociales, pero también aparecen elementos de la fantasía y del horror.

La palabra ‘romántico’ se asoció con escenarios salvajes, perspectivas sublimes, ruinas y una tendencia que se manifiesta en un énfasis creciente por la ascética de lo sublime como oposición a la belleza. El escritor y estadista británico Edmund Burke, por ejemplo, identificó la belleza con la delicadeza y la armonía, y lo sublime con la inmensidad, la oscuridad y la capacidad para inspirar terror. También durante el siglo XVIII, los sentimientos comienzan a ser más importantes que la razón. La poesía romántica inglesa y alemana apareció en la década de 1790 y a fines del siglo experimentó un cambio desde la razón hacia los sentimientos. Éstos y la imaginación comenzaron a reflejarse en las artes como en las visionarias ilustraciones del poeta y pintor inglés William Blake, los cuadros de pesadillas de su amigo el pintor suizo-inglés Henry Fuseli y los sombríos grabados de monstruos y demonios realizados por el pintor español Francisco de Goya.

3 FRANCIA



La balsa de la Medusa La obra de grandes dimensiones de Théodore Géricault La balsa de la Medusa (1818-1819, Louvre, París) está basada en la tragedia de los náufragos de la fragata francesa Medusa, hundida al oeste de África, quienes pasaron varias semanas en una balsa. Géricault investigó en profundidad los hechos y los plasmó con gran detalle en esta obra que provocó un gran escándalo en su época.


La libertad guiando al pueblo Eugène Delacroix pintó La libertad guiando al pueblo en 1830, una de las obras culminantes del romanticismo. El gobierno francés encargó este lienzo de 2,59 x 3,25 m, pero después lo consideró demasiado revolucionario, de modo que prohibió su exhibición.

En Francia el periodo de formación del romanticismo coincidió con las Guerras Napoleónicas (1799-1815). Los primeros artistas franceses de este estilo encontraron su fuente de inspiración en los acontecimientos que les rodeaban. Antoine-Jean Gros inició la transición del neoclasicismo al romanticismo impulsado por el estilo sobrio de su maestro, Jacques-Louis David, quien tenía un estilo más colorista y emotivo, influido por el pintor flamenco barroco Petrus Paulus Rubens. La principal figura del romanticismo francés fue Théodore Géricault, que además llevó las tendencias dramáticas y coloristas al estilo de Gros y cambió el sentido heroico de los cuadros de batallas por el del sufrimiento. En su Coracero herido (1814) un soldado, en medio de una humareda, se desmaya en el campo. Las poderosas pinceladas, la luz y los tonos oscuros acrecientan el sentido de aislamiento y vulnerabilidad; y esto para Géricault y otros pintores románticos constituía la esencia de la condición humana.

La obra maestra de Géricault, La balsa de Medusa (1818-1819), retrata a escala heroica el sufrimiento de la humanidad, un tema del que se hizo eco el pintor romántico francés, Eugène Delacroix, en su Masacre en Quíos (1824). Delacroix adopta a menudo temas de la literatura, pero resalta los que tienen más transcendencia literaria o didáctica con el uso de colores que crean un efecto de energía pura o emoción comparado con la música. Rechazando el énfasis neoclásico sobre la forma y los rasgos, utiliza medios tonos obtenidos de la yuxtaposición de un color con su complementario y no del oscurecimiento de uno de ellos. Su Muerte de Sardanápalo (1827), inspirada en una obra del poeta romántico inglés lord Byron, lo detalla con precisión, pero la acción es tan violenta y la composición tan dinámica que el efecto es un caos hundiendo la inamovible e indiferente figura de un rey agonizante.

4 ALEMANIA

El árbol de los cuervos Los paisajes del pintor romántico alemán Caspar David Friedrich están impregnados de un simbolismo religioso. El árbol de los cuervos, pintado alrededor de 1822, se encuentra en el Museo del Louvre en París, Francia.

La pintura romántica alemana, así como su poesía y filosofía, estuvo inspirada por la concepción de la naturaleza como manifestación de la divinidad, que condujo a la formación de una escuela paisajística simbólica iniciada por las pinturas místicas y alegóricas de Philipp Otto Runge. El más grande exponente y el pintor alemán romántico más notable fue Caspar David Friedrich, cuyos paisajes meditabundos, pintados en un estilo lúcido y meticuloso, cabalgan entre el sentimiento delicado y místico y el sentido de la melancolía, de la soledad y de la separación. Su pesimismo romántico se expresa más directamente en su obra Mar polar (1824); el recuerdo de un barco naufragado, apenas visible debajo de una pirámide de placas de hielo, parece un monumento al triunfo de la naturaleza sobre la aspiración humana.

Otra escuela del romanticismo alemán es la formada por los nazarenos, un grupo de artistas centrados en la recuperación del estilo y del espíritu religioso medieval; su principal líder fue Johann Friedrich Overbeck. También notable entre los artistas tardíos de la tradición romántica alemana fue el austriaco Moritz von Schwind, cuya temática la extrajo de la mitología alemana y los cuentos de hadas.

5 INGLATERRA

El incendio del Parlamento Esta versión de El incendio del Parlamento (1834) de Josep Mallord William Turner probablemente sea un estudio, pero refleja el estilo característico de las acuarelas del pintor británico. La obra de Turner llega a rozar lo abstracto, por lo que se considera uno de los pioneros de las vanguardias artísticas del siglo XX.Bridgeman Art Library, London/New York

En Inglaterra, así como en Alemania, los paisajes impregnados de un sentimiento romántico se convierten en la principal expresión de la pintura romántica, aunque los artistas ingleses fueron más innovadores en estilo y en técnica. Samuel Palmer pintó paisajes que se distinguen por una inocente simplicidad en cuanto a su estilo así como por un sentimiento religioso que deriva de Blake. John Constable, proveniente de un entorno natural salvaje asociado con muchos poetas y pintores románticos, dotó a los paisajes ingleses de un profundo sentimiento. Fue el primer gran artista en trabajar al aire libre y en llevar al lienzo la frescura de la visión a través del uso de colores luminosos y llamativos a base de pinceladas densas. Joseph Mallord William Turner expresó la visión más radical de todos los artistas románticos. Comenzó con paisajes que se remontan al pintor francés del siglo XVII Claudio de Lorena, pero transformó algunas de sus obras tardías como Tormenta de nieve: barco de vapor de Harbour Mouth (1842), en una mezcla de efectos atmosféricos de luz y color, mezcla de nubes, niebla, nieve y mar en un torbellino en el cual los diferentes objetos se diluyen.

6 ESPAÑA

La campana de Huesca Cuenta la tradición que el rey de Aragón Ramiro II el Monje, al ganar la guerra que mantenía con algunos nobles rebeldes, ejecutó y posteriormente colgó la cabeza de sus enemigos de la campana de la catedral de Huesca como escarmiento. El cuadro de Antonio María Esquivel La campana de Huesca (Museo Provincial de Bellas Artes, Sevilla) está basado en este pasaje de la historia.


La muerte de Viriato Uno de los cuadros más representativos de la pintura neoclásica española es La muerte de Viriato (c. 1808, 307 × 462 cm, Museo del Prado, Madrid). Su autor, José Madrazo, es el primero de una dinastía de pintores del siglo XIX y uno de los iniciadores del historicismo. En esta obra se pueden apreciar la grandilocuencia y teatralidad características de esta tendencia.

El romanticismo en España se manifestó sobre todo en la pintura, representado por Federico Madrazo, con sus cuadros históricos y sus retratos; Antonio María Esquivel, Jenaro Pérez Villaamil, con sus imaginatorios paisajes; Leonardo Alenza, con sus cuadros costumbristas inspirados en la obra de Goya y Eugenio Lucas Padilla, que representaba el espíritu revolucionario de la época. En Cataluña surgió una escuela pictórica inspirada en los nazarenos alemanes dentro de la que destacan Joaquín Espalter y Pelegrín Clavé.

La escultura funeraria
A finales del siglo XIX la escultura urbana vio un desarrollo de proporciones espectaculares. Si bien el estilo de estas obras obedecía a cánones del pasado, la aparición de nuevas tipologías y funciones enriqueció la estética de la ciudad fin de siglo. En este fragmento se analiza uno de sus géneros más peculiares, la escultura funeraria, que alcanzó gran esplendor con la difusión de las ideas románticas sobre la muerte.

7 ROMANTICISMO TARDÍO

Volterra El artista francés Jean-Baptiste-Camille Corot pintó muchos paisajes del natural, inmortalizando un lugar concreto en un momento determinado en lugar de una escena clásica idealizada, práctica muy común entre muchos de los pintores paisajistas anteriores. Volterra es un ejemplo de este tipo de obras, fue pintada en 1834 y se encuentra en el Museo del Louvre en París, Francia.

Hacia mediados del siglo XIX, la pintura romántica comenzó a cobrar la intensidad de un movimiento original. Entre los ejemplos más relevantes de este periodo se hallan los paisajes serenos y atmosféricos de la Escuela de Barbizon que incluye Camille Corot y Théodore Rousseau. En Inglaterra, después de 1850, los prerrafaelistas revivieron la visión medievalizante de los nazarenos alemanes.

8 INFLUENCIA

La influencia del romanticismo ha perdurado en obras posteriores. Se puede trazar una línea de continuidad que parte desde Constable a través de la Escuela de Barbizon hasta el impresionismo, aunque el más directo descendiente del romanticismo fue el movimiento simbolista, que por diferentes vías intensificó o refinó las características del movimiento romántico como la subjetividad, la imaginación y la extraña fantasía onírica. En el siglo XX el expresionismo y el surrealismo llevaron estas tendencias incluso más lejos. Sin embargo, en cierto sentido, puede decirse que todo el arte contemporáneo deriva del romanticismo ya que el concepto de libertad artística, originalidad y autoexpresión en el arte fueron los estandartes de los románticos en oposición a los principios tradicionales.

Romanticismo (arte), en arte, movimiento artístico e intelectual europeo que se extiende aproximadamente desde 1800 hasta 1850. El romanticismo no puede ser identificado con un estilo singular, con una técnica o con una actitud, pero sin embargo la pintura romántica se caracteriza por una aproximación muy imaginativa y subjetiva, intensidad emocional y por un carácter visionario u onírico. Mientras que el arte clásico y neoclásico es mesura, claro y completo en cuanto a la expresión, el arte romántico se caracteriza por esforzarse en expresar estados de ánimo, sentimientos muy intensos o místicos, así como por eludir la claridad y la definición. El escritor alemán Ernst Hoffmann definió la esencia del romanticismo como la “infinita añoranza”. En la elección de temas, los artistas del movimiento romántico mostraron predilección por la naturaleza, especialmente en su aspecto más salvaje o misterioso, así como con asuntos exóticos, melancólicos o melodramáticos que producen miedo o pasión.


2 CONTEXTO DEL SIGLO XVIII



La pesadilla Admirador de la antigüedad y del arte del siglo XVI, así como del teatro de Shakespeare y las leyendas germánicas, Henry Fuseli, como Goya, exploró desde finales del siglo XVIII la franja sombría del Siglo de las Luces. El sueño, con sus rasgos de sensualidad y de angustia, con sus imágenes obsesivas y aterradoras, encarnadas por la cabeza de caballo y por el monstruo diabólico en La pesadilla (1790-1791, óleo sobre lienzo, 76×63 cm, Museo Goethe, Frankfurt) , se sitúa entre los temas que anuncian el romanticismo.


El sueño de la razón produce monstruos El sueño de la razón produce monstruos (1797-1799) forma parte de Los caprichos, una serie de aguafuertes realizados por Francisco de Goya. En ellos el pintor aragonés satirizó las convenciones sociales, pero también aparecen elementos de la fantasía y del horror.

La palabra ‘romántico’ se asoció con escenarios salvajes, perspectivas sublimes, ruinas y una tendencia que se manifiesta en un énfasis creciente por la ascética de lo sublime como oposición a la belleza. El escritor y estadista británico Edmund Burke, por ejemplo, identificó la belleza con la delicadeza y la armonía, y lo sublime con la inmensidad, la oscuridad y la capacidad para inspirar terror. También durante el siglo XVIII, los sentimientos comienzan a ser más importantes que la razón. La poesía romántica inglesa y alemana apareció en la década de 1790 y a fines del siglo experimentó un cambio desde la razón hacia los sentimientos. Éstos y la imaginación comenzaron a reflejarse en las artes como en las visionarias ilustraciones del poeta y pintor inglés William Blake, los cuadros de pesadillas de su amigo el pintor suizo-inglés Henry Fuseli y los sombríos grabados de monstruos y demonios realizados por el pintor español Francisco de Goya.

3 FRANCIA



La balsa de la Medusa La obra de grandes dimensiones de Théodore Géricault La balsa de la Medusa (1818-1819, Louvre, París) está basada en la tragedia de los náufragos de la fragata francesa Medusa, hundida al oeste de África, quienes pasaron varias semanas en una balsa. Géricault investigó en profundidad los hechos y los plasmó con gran detalle en esta obra que provocó un gran escándalo en su época.

La libertad guiando al pueblo Eugène Delacroix pintó La libertad guiando al pueblo en 1830, una de las obras culminantes del romanticismo. El gobierno francés encargó este lienzo de 2,59 x 3,25 m, pero después lo consideró demasiado revolucionario, de modo que prohibió su exhibición.

En Francia el periodo de formación del romanticismo coincidió con las Guerras Napoleónicas (1799-1815). Los primeros artistas franceses de este estilo encontraron su fuente de inspiración en los acontecimientos que les rodeaban. Antoine-Jean Gros inició la transición del neoclasicismo al romanticismo impulsado por el estilo sobrio de su maestro, Jacques-Louis David, quien tenía un estilo más colorista y emotivo, influido por el pintor flamenco barroco Petrus Paulus Rubens. La principal figura del romanticismo francés fue Théodore Géricault, que además llevó las tendencias dramáticas y coloristas al estilo de Gros y cambió el sentido heroico de los cuadros de batallas por el del sufrimiento. En su Coracero herido (1814) un soldado, en medio de una humareda, se desmaya en el campo. Las poderosas pinceladas, la luz y los tonos oscuros acrecientan el sentido de aislamiento y vulnerabilidad; y esto para Géricault y otros pintores románticos constituía la esencia de la condición humana.


La obra maestra de Géricault, La balsa de Medusa (1818-1819), retrata a escala heroica el sufrimiento de la humanidad, un tema del que se hizo eco el pintor romántico francés, Eugène Delacroix, en su Masacre en Quíos (1824). Delacroix adopta a menudo temas de la literatura, pero resalta los que tienen más transcendencia literaria o didáctica con el uso de colores que crean un efecto de energía pura o emoción comparado con la música. Rechazando el énfasis neoclásico sobre la forma y los rasgos, utiliza medios tonos obtenidos de la yuxtaposición de un color con su complementario y no del oscurecimiento de uno de ellos. Su Muerte de Sardanápalo (1827), inspirada en una obra del poeta romántico inglés lord Byron, lo detalla con precisión, pero la acción es tan violenta y la composición tan dinámica que el efecto es un caos hundiendo la inamovible e indiferente figura de un rey agonizante.

4 ALEMANIA

El árbol de los cuervos Los paisajes del pintor romántico alemán Caspar David Friedrich están impregnados de un simbolismo religioso. El árbol de los cuervos, pintado alrededor de 1822, se encuentra en el Museo del Louvre en París, Francia.

La pintura romántica alemana, así como su poesía y filosofía, estuvo inspirada por la concepción de la naturaleza como manifestación de la divinidad, que condujo a la formación de una escuela paisajística simbólica iniciada por las pinturas místicas y alegóricas de Philipp Otto Runge. El más grande exponente y el pintor alemán romántico más notable fue Caspar David Friedrich, cuyos paisajes meditabundos, pintados en un estilo lúcido y meticuloso, cabalgan entre el sentimiento delicado y místico y el sentido de la melancolía, de la soledad y de la separación. Su pesimismo romántico se expresa más directamente en su obra Mar polar (1824); el recuerdo de un barco naufragado, apenas visible debajo de una pirámide de placas de hielo, parece un monumento al triunfo de la naturaleza sobre la aspiración humana.

Otra escuela del romanticismo alemán es la formada por los nazarenos, un grupo de artistas centrados en la recuperación del estilo y del espíritu religioso medieval; su principal líder fue Johann Friedrich Overbeck. También notable entre los artistas tardíos de la tradición romántica alemana fue el austriaco Moritz von Schwind, cuya temática la extrajo de la mitología alemana y los cuentos de hadas.

5 INGLATERRA

El incendio del Parlamento Esta versión de El incendio del Parlamento (1834) de Josep Mallord William Turner probablemente sea un estudio, pero refleja el estilo característico de las acuarelas del pintor británico. La obra de Turner llega a rozar lo abstracto, por lo que se considera uno de los pioneros de las vanguardias artísticas del siglo XX.

En Inglaterra, así como en Alemania, los paisajes impregnados de un sentimiento romántico se convierten en la principal expresión de la pintura romántica, aunque los artistas ingleses fueron más innovadores en estilo y en técnica. Samuel Palmer pintó paisajes que se distinguen por una inocente simplicidad en cuanto a su estilo así como por un sentimiento religioso que deriva de Blake. John Constable, proveniente de un entorno natural salvaje asociado con muchos poetas y pintores románticos, dotó a los paisajes ingleses de un profundo sentimiento. Fue el primer gran artista en trabajar al aire libre y en llevar al lienzo la frescura de la visión a través del uso de colores luminosos y llamativos a base de pinceladas densas. Joseph Mallord William Turner expresó la visión más radical de todos los artistas románticos. Comenzó con paisajes que se remontan al pintor francés del siglo XVII Claudio de Lorena, pero transformó algunas de sus obras tardías como Tormenta de nieve: barco de vapor de Harbour Mouth (1842), en una mezcla de efectos atmosféricos de luz y color, mezcla de nubes, niebla, nieve y mar en un torbellino en el cual los diferentes objetos se diluyen.

6 ESPAÑA


La campana de Huesca Cuenta la tradición que el rey de Aragón Ramiro II el Monje, al ganar la guerra que mantenía con algunos nobles rebeldes, ejecutó y posteriormente colgó la cabeza de sus enemigos de la campana de la catedral de Huesca como escarmiento. El cuadro de Antonio María Esquivel La campana de Huesca (Museo Provincial de Bellas Artes, Sevilla) está basado en este pasaje de la historia.

La muerte de Viriato Uno de los cuadros más representativos de la pintura neoclásica española es La muerte de Viriato (c. 1808, 307 × 462 cm, Museo del Prado, Madrid). Su autor, José Madrazo, es el primero de una dinastía de pintores del siglo XIX y uno de los iniciadores del historicismo. En esta obra se pueden apreciar la grandilocuencia y teatralidad características de esta tendencia.Archivo Fotografico Oronoz

El romanticismo en España se manifestó sobre todo en la pintura, representado por Federico Madrazo, con sus cuadros históricos y sus retratos; Antonio María Esquivel, Jenaro Pérez Villaamil, con sus imaginatorios paisajes; Leonardo Alenza, con sus cuadros costumbristas inspirados en la obra de Goya y Eugenio Lucas Padilla, que representaba el espíritu revolucionario de la época. En Cataluña surgió una escuela pictórica inspirada en los nazarenos alemanes dentro de la que destacan Joaquín Espalter y Pelegrín Clavé.

La escultura funeraria
A finales del siglo XIX la escultura urbana vio un desarrollo de proporciones espectaculares. Si bien el estilo de estas obras obedecía a cánones del pasado, la aparición de nuevas tipologías y funciones enriqueció la estética de la ciudad fin de siglo. En este fragmento se analiza uno de sus géneros más peculiares, la escultura funeraria, que alcanzó gran esplendor con la difusión de las ideas románticas sobre la muerte.

7 ROMANTICISMO TARDÍO

Volterra El artista francés Jean-Baptiste-Camille Corot pintó muchos paisajes del natural, inmortalizando un lugar concreto en un momento determinado en lugar de una escena clásica idealizada, práctica muy común entre muchos de los pintores paisajistas anteriores. Volterra es un ejemplo de este tipo de obras, fue pintada en 1834 y se encuentra en el Museo del Louvre en París,

Hacia mediados del siglo XIX, la pintura romántica comenzó a cobrar la intensidad de un movimiento original. Entre los ejemplos más relevantes de este periodo se hallan los paisajes serenos y atmosféricos de la Escuela de Barbizon que incluye Camille Corot y Théodore Rousseau. En Inglaterra, después de 1850, los prerrafaelistas revivieron la visión medievalizante de los nazarenos alemanes.

8 INFLUENCIA

La influencia del romanticismo ha perdurado en obras posteriores. Se puede trazar una línea de continuidad que parte desde Constable a través de la Escuela de Barbizon hasta el impresionismo, aunque el más directo descendiente del romanticismo fue el movimiento simbolista, que por diferentes vías intensificó o refinó las características del movimiento romántico como la subjetividad, la imaginación y la extraña fantasía onírica. En el siglo XX el expresionismo y el surrealismo llevaron estas tendencias incluso más lejos. Sin embargo, en cierto sentido, puede decirse que todo el arte contemporáneo deriva del romanticismo ya que el concepto de libertad artística, originalidad y autoexpresión en el arte fueron los estandartes de los románticos en oposición a los principios tradicionales.

Romanticismo (música), movimiento artístico que dominó en la literatura, la pintura y la música durante el último periodo del siglo XVIII y principios del XIX. Se caracterizaba por una amplia variedad de rasgos, muchos de los cuales pueden encontrarse ocasionalmente en la música de otras épocas; a pesar de ello, las ideas románticas determinaron el pensamiento de los compositores a lo largo del siglo XIX.

2 FORMAS Y FUENTES DE INSPIRACIÓN

Chopin: Nocturnos Las obras para piano del compositor polaco Frédéric Chopin son de una gran originalidad desde el punto de vista armónico y de una gran espontaneidad romántica. Su estilo impresionista y hondamente introspectivo queda patente especialmente en sus baladas, preludios y nocturnos."Nocturno nº. 19 en mi menor Op. posth nº 1, Andante" de Chopin


Rossini: Obertura de Semiramide Gioacchino Rossini es el principal compositor italiano de principios del siglo XIX. Sus obras representan un fluir incesante de melodías, bellos fraseados y ritmos vivaces. Este ejemplo pertenece a la obertura de su ópera Semiramide y muestra el efecto conocido como ‘crescendo de Rossini’, es decir, una frase que se repite cada vez con mayor intensidad hasta alcanzar el clímax

Era natural que la reacción de los compositores románticos contra las ideas de la Ilustración respecto a la razón y el orden se tradujera en irracionalidad y caos, por lo que casi resulta una contradicción hablar de un movimiento unificado. Después de la universalidad de la Ilustración, el romanticismo es la edad del individuo. El suceso más significativo para los compositores, y para todos los artistas, fue la Revolución Francesa. En su país de origen tuvo un efecto inmediato sobre la ópera. En lugar de los argumentos del barroco, que generalmente buscaban su inspiración en la antigüedad clásica y reflejaban una jerarquía organizada de dioses, gobernantes y pueblo, ahora los temas se situaban en el excitante y peligroso tiempo presente. Un género que acabó llamándose ópera de rescate trataba, por lo general, del cautiverio de la heroína a manos de un tirano y del rescate por su amante. También aparecían con frecuencia dilemas que se solucionaban en el último momento gracias a los esfuerzos de los propios seres humanos, en lugar del deus ex machina (por intercesión divina) de la ópera del barroco. Uno de esos ejemplos es Lodoiska (1791) del compositor italiano establecido en París, Luigi Cherubini; incluía una banda de tártaros, al estilo de Rousseau, y moralizaba sobre la justicia y la libertad. En la nueva era sin dioses, las ceremonias parisinas asumieron la forma de vastas odas corales con música, a menudo interpretada al aire libre, que alababan al ser humano y a un difuso ser supremo, así como a las virtudes revolucionarias de la libertad, la igualdad y la fraternidad.


El compositor más fuertemente influido por estas ideas fue también el más grande de su época, Ludwig van Beethoven. Su Fidelio (1814) es la más noble de todas las óperas llamadas de rescate. Pero Beethoven también dio respuesta en su música sinfónica al renovado énfasis del romanticismo en la superación del individuo. Ésta fue también la edad del héroe; por lo que la Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor, opus 55, de Beethoven (1803), fue titulada Heroica. Con esta obra, el concepto de la sinfonía heredado del siglo XVIII adquirió nuevas dimensiones, con un primer movimiento que rebasaba las fronteras entre la forma sonata, una marcha fúnebre por la Muerte del héroe, un scherzo dinámico que reafirmaba la energía del ideal heroico y un juego final de variaciones sobre un tema, que Beethoven asociaba con Prometeo, el dios desafiante que robó el fuego para dárselo a los hombres. La Sinfonía nº 5 en do menor, opus 67, de Beethoven (1808), engloba un acto de desafío humano al destino, con su diminuto tema inicial que contiene suficiente energía para dar vida a toda una partitura, y su Sinfonía nº 9 en re menor, opus 125, Coral (1824), que hace estallar la forma sinfónica cuando un cantante se pone de pie entre los intérpretes y, con la llamada de “Amigos, ¡abandonad estos sonidos!”, invita a sus compañeros a unírsele cantando la “Oda a la Alegría”, de Friedrich Schiller.

El creciente interés por la naturaleza que caracterizaba al romanticismo encontró su expresión más viva en la música desde el comienzo. Muchas óperas de rescate otorgaban un papel destacado a la tormenta, la avalancha, el fuego, los hundimientos de barcos, las erupciones volcánicas y otras manifestaciones que colocaban al ser humano a merced de las fuerzas irracionales del Universo. Uno de los mitos románticos más poderosos fue el de Undine (o la eslava Rusalka), el espíritu del agua que intentaba casarse con un humano pero que era reclamada por su propio elemento; se trataba del intento de salvar el abismo que separaba la naturaleza y la razón, un conflicto característico de la Ilustración. E. T. A. Hoffmann compuso una de las primeras obras sobre este tema; maestro de los cuentos irracionales y un romántico arquetípico, combinaba el talento de escritor, compositor y artista. El poder de lo irracional también hallaba su expresión en la ópera Der Freischütz (El cazador furtivo, 1821), de Carl Maria von Weber, en la que la vida natural de una comunidad se veía amenazada por las prácticas satánicas que tenían lugar en las profundidades de la siniestra cañada del lobo; el romanticismo también hizo del horror una categoría artística.

Verdi: Aida Aida, una de las obras más famosas del compositor italiano Giuseppe Verdi, contiene todas las características de la grand opéra: sentimiento heroico, escenas dramáticas y combinación de solistas, conjuntos y coros. En este fragmento del acto II de Aida titulado "Marcha triunfal y coro" Radamés vuelve triunfante después de derrotar al padre de Aida, el rey etíope Amonastro."

El gusto por la naturaleza se puso de manifiesto en la Sinfonía nº 6 en fa, opus 68, Pastoral, (1808), y fue un componente de la canción alemana. El primer gran escritor de Lieder fue Franz Schubert. Sus numerosas composiciones suelen utilizar el piano para desplegar su imaginería descriptiva, como sucede con los sonidos acuáticos que discurren a todo lo largo de su ciclo de canciones que describen el amor infeliz de un joven molinero en Die schöne Müllerin (1823). El propósito iba más allá de la imitación: el arroyo refleja los estados del alma y la fortuna cambiante del joven. En otras canciones, un objeto natural puede desempeñar un papel psicológico aún más poderoso, como cuando en su musicalización de Gretchen am Spinnrade (Margarita en la rueca, 1814) de Goethe, una desagradable figura en el piano representa no sólo la rueda que gira, sino también los círculos de pensamiento obsesivos de la joven traicionada por su amor perdido. Schubert podía hacer que una canción sonara como poesía simple o grandiosa; Robert Schumann, que también era un crítico agudo, escogió con más cuidado y exploró más allá de las limitaciones de la imaginación romántica, luces y penumbras, el dolor de la separación de un amor o de la patria, el terror en el bosque, los sueños misteriosos y muchos más temas, en los que lo misterioso se convertía en un verdadero territorio romántico.

Concierto para clarinete nº 1 en fa menor, de Weber Las obras del compositor alemán Carl Maria von Weber combinan los principios clásicos formales con elementos románticos de virtuosismo y melodías vibrantes. En este fragmento del primer movimiento de su Concierto para clarinete nº 1 (1811) se escucha a este instrumento interpretando un tema introducido anteriormente por la orquesta.

Como parte de la edad del héroe, el intérprete se convertía en uno de ellos, por lo que debía vencer azarosas dificultades mediante su técnica y expresar las emociones que muchos sentían pero nadie podía articular con tanto talento; puesto en tela de juicio el antiguo orden social, político y religioso, el hombre se enfrentaba solo a sus propios recursos, por lo que el individualismo artístico se premiaba. Weber, al igual que su amigo Hoffmann, fue un destacado escritor, compositor, pianista y director, y su obra para piano hizo del virtuosismo el tema principal de su arte. Con Niccolò Paganini, las extremas dificultades técnicas de la música para violín dieron alas a la fascinación, subrayada por el dominio casi diabólico de una personalidad sombría y macabra. Su ejemplo fue seguido por Franz Liszt, que se convirtió en uno de los más grandes pianistas de todos los tiempos, máximo representante de lo que se conoció como edad del virtuosismo. Frédéric Chopin exploró la poesía que podía hallarse en la técnica pianística mediante sus estudios, a la vez que desarrolló la idea de nocturnos a modo de danzas poéticas (valses, polonesas y mazurcas), así como baladas y preludios que describen atmósferas.

3 EL NACIONALISMO

Músorgski: Una noche en el monte Pelado En sus composiciones Modest Músorgski introdujo rasgos nacionalistas de la música popular rusa, como se aprecia en los golpeantes ritmos y ácidas armonías de Una noche en el monte Pelado.

Además de ser una era en la que se ensalzaba la identidad personal, también se descubría la identidad nacional. Compositores-pianistas como Liszt o Chopin eran capaces de convertir las danzas húngaras o polacas en obras de concierto llenas de virtuosismos, pero fue la ópera el medio que permitió la expresión artística más completa del individualismo nacional, gracias al uso de un lenguaje particular y una música folclórica que sabía utilizar la historia, la mitología y las leyendas locales. Desde Italia, el país donde había nacido la ópera, esta técnica se difundió por toda Europa, para ser aprendida y luego rechazada en favor de procedimientos nacionalistas. En Alemania, Der Freischütz (El cazador furtivo) de Weber fue aclamada por ser la primera gran ópera romántica alemana, y su éxito europeo no sólo dibujó una línea que llevó a Wagner, sino que también animó a otros países. La ópera rusa llegó a su madurez con dos obras de Mijaíl Glinka, la ópera histórica Una vida por el Zar o Ivan Susanin (1836) y la basada en una leyenda fantástica de Ruslan y Lyudmila (1842). Se estableció de tal suerte un ejemplo para los compositores rusos del siglo, como el uso de las cadencias de la lengua rusa y de su música folclórica en la obra de Glinka. Hungría tuvo una voz operística comparable en Ferenc Erkel y su Hunyadi László (1844), mientras Polonia contaba con Stanislaw Moniusko y su Halka (1847). En tierras checas, el compositor de ópera más importante fue Bedřich Smetana, autor de Dalibor y Libue, y su comedia campesina La novia vendida (1866) se mantiene en el repertorio de los grandes teatros aún hoy.

La ópera romántica asumió formas diferentes en dos países que ya poseían una vigorosa tradición operística, Italia y Francia. Gioacchino Rossini fue capaz de hacer que el don natural de la lengua italiana para el canto sonase ingenioso y tierno, y destacó lo sentimental en una serie de óperas que le hicieron famoso en toda Europa. Su brillante organización de los mecanismos operísticos de efecto, como el coro en el inicio de la primera escena, y la estructura y ubicación de arias y dúos en su reparto, llegaron a adquirir el nombre de código Rossini, que sirvió de matriz para la ópera romántica italiana. Tanto Vincenzo Bellini como Gaetano Donizetti fueron capaces de construir según este ejemplo. Bellini lo hizo con melodías largas y lánguidas que influyeron, entre otros, en Chopin; Donizetti, con óperas que utilizaban de forma original la orquestación, estableció vínculos con el romanticismo del norte que incluía la obra del influyente novelista sir Walter Scott. La forma del arte nacional italiano pronto se identificó con la lucha por la independencia política: el risorgimento fue laureado por Giuseppe Verdi. La larga lista de sus óperas abarca una gran parte de obras tempranas, hermosas y robustas, confeccionadas en consonancia con el sentir popular, como manifiestos, y contienen dos de las partituras maestras de la tragedia y la comedia, Otello (1887) y Falstaff (1893).

En Francia, donde la ópera revolucionaria imprimió en el arte un giro hacia el romanticismo, la respuesta a la restauración posterior a la caída de Bonaparte, fue una forma adaptada a un nuevo y próspero público burgués, la grand opéra. Los principales defensores de ésta durante las décadas de 1820 y 1830, convirtieron a la Paris Opéra en la principal casa de ópera de Europa, en la que se destacaron Daniel François Esprit Auber (La muette de Portici, 1828), Rossini (Guillermo Tell, 1829), Fromental Halevy (La judía, 1835), y especialmente Giacomo Meyerbeer (Los hugonotes, 1836). Estas obras tienen en común la inclinación romántica por reunir todas las artes en suntuosas puestas en escena con decorados realistas e ingeniosos efectos de iluminación (y, muy a menudo, con catástrofe final incluida), con numerosos solistas y un gran coro y orquesta. Los argumentos también eran románticos y tomaban sus temas de la época de los caballeros, de las luchas independentistas, de países distantes o exóticos o de amores fracasados en medio de luchas dinásticas.

Común a todas estas diferentes tradiciones operísticas era el creciente papel de la orquesta. Con el nacimiento del romanticismo en el despertar de la Revolución Francesa y el mayor énfasis en las sensaciones individuales en lugar de en las formas aceptadas del antiguo régimen, el color instrumental se convirtió en una parte significativa de la expresión musical. Los compositores franceses revolucionarios, como Étienne Méhul, hicieron uso insólito de los colores orquestales característicos para adaptar óperas de diferentes tipos; con Der Freischütz (El cazador furtivo) Weber inventó el actual discurso orquestal que refleja el desplazamiento de la obra desde lo luminoso al horror de las tinieblas y de nuevo a la luz. Utilizó acordes disonantes con fines sensacionalistas, como un efecto por derecho propio en lugar de hacerlo como parte de una progresión funcional. Aunque nunca se ajustó con facilidad a la lógica de la forma sonata, también experimentó con estructuras nuevas en su música.

4 LA INFLUENCIA DE BEETHOVEN

Mendelssohn: Sinfonía nº 4, Italiana El compositor alemán Felix Mendelssohn es famoso por sus extraordinarios paisajes musicales inspirados en sus numerosos viajes. Este fragmento, que pertenece a su Sinfonía nº 4 en la mayor, Italiana (1833), contiene recuerdos de bailes populares y marchas de peregrinos observados en su viaje a Italia en 1831.

La Sinfonía nº 9 en re menor, opus 125, de Beethoven tenía implicaciones que los más grandes compositores de la siguiente generación no podían ignorar. Algunos intentaron acomodar las impresiones románticas a la forma sinfónica. Felix Mendelssohn dio rienda suelta a su gusto por los viajes en su Sinfonía escocesa (1843) e Sinfonía italiana (1833). Schumann fue capaz de escribir sinfonías que describían el esplendor de la primavera en el Rin. Aunque estos ejemplos ampliaron el alcance de la forma sinfónica, no supusieron su ruptura. Otros compositores sintieron que después de la Sinfonía nº 9 de Beethoven, el compositor romántico debía buscar caminos nuevos para la música sinfónica.

Brahms: Quinteto para cuerda y piano en fa menor Considerado una obra maestra de música de cámara, el Quinteto para cuerda y piano en fa menor representa la madurez del estilo del compositor Johannes Brahms. En el quinteto se exploran las complejas relaciones entre temas y motivos, consiguiendo un equilibrio extraordinario entre libertad y desarrollo formal riguroso.

Para Hector Berlioz, la respuesta estaba en las llamadas sinfonías dramáticas, que aportaban ideas desde fuera de la música y se conformaban según una disposición individual; una de las características del romanticismo en la música es que cada tarea artística requiere una forma nueva e irrepetible. Su Sinfonía fantástica de 1830 dramatiza su amor por una actriz shakesperiana, con derivaciones hacia lo erótico, lo pastoral y lo diabólico. Para los jóvenes románticos, William Shakespeare es el símbolo de la libertad frente a las limitaciones del drama clásico francés y Berlioz se sintió animado a responder con una forma musical próxima a la novela en Harold in Italy (1834). En esta sinfonía, basada en otra figura romántica, la de Lord Byron, un solo de viola deambula por un paisaje y unos escenarios característicos del romanticismo. El instrumento personifica a un Byron romántico, libre de las restricciones clásicas, pero al mismo tiempo aislado y prendado de la melancolía que encarna el sonido de la viola. Romeo y Julieta (1836-1838) toma el modelo de Shakespeare con libertad para definir una estructura sinfónica, que utiliza la idea de la Sinfonía nº 9 de incluir voces para articular la esencia del drama (aunque de hecho confíe la escena de amor a la orquesta sola).

Para Liszt, después de que Beethoven llevara el desarrollo temático a un punto sin retorno, la convergencia romántica de las artes implicaba estructuras de un movimiento que describían un tema mediante la caracterización de un sujeto que se identificó con un conjunto central de ideas, y para ello inventó el término de poema sinfónico. Por ejemplo, Hamlet podía ser interpretado con éxito en un único movimiento orquestal, exclusivo en su forma. También llevó esta transformación temática a las obras sinfónicas, como en su sinfonía Fausto (1861), en la cual las ideas relacionadas con el héroe se transforman a través de los tres movimientos relacionados con Fausto, Margarita y el diablo Mefistófeles. La estructura más pura al aplicar sus nuevas técnicas e ideales la alcanzó Liszt en una sonata para piano completamente original, la Sonata en si menor (1854), que aun siendo abstracta, refleja claramente los aspectos controvertidos de la propia personalidad dividida de su autor.

5 WAGNER: A FAVOR O EN CONTRA

Wagner: El anillo del nibelungo El compositor alemán Richard Wagner compuso el texto para El anillo del nibelungo durante sus primeros años de exilio en Suiza. Aunque este drama musical está basado en el poema épico alemán el Cantar de los nibelungos (c. 1200), su obra simboliza el conflicto entre países y clases sociales y la lucha por el poder.

Para Richard Wagner, la Sinfonía nº 9 era “música que llora por redimirse mediante la poesía”, y veía como cometido suyo llevar el arte del desarrollo temático al teatro. Allí, las artes podrían finalmente unificarse de verdad en una síntesis de poesía, música y teatro, la obra de arte total, con una orquesta oculta que articularía y desarrollaría el drama psicológico que se está cantando y representando sobre el escenario. Este ideal se hizo realidad con la inauguración de los Festivales de Bayreuth en 1876; pero fue un largo periodo de formación, cuando la carrera de Wagner se vio sembrada de reveses, contradicciones y dificultades que sólo superaría mediante su colosal determinación y fe en sí mismo. Su primera ópera, Las hadas (1833), era una ópera alemana romántica, mientras que la segunda, La prohibición de amar (1836), tenía inspiración italiana. La tercera, Rienzi (1842), era una gran ópera al estilo parisino sobre el personaje de la famosa conjura antinobiliaria del siglo XIV. Pero la primera ópera en la que realmente se encontró a sí mismo fue en El holandés errante (1841), que aún marca su pertenencia a la ópera romántica tradicional en el tema del contacto entre los mundos del espíritu y los seres humanos y por sus poderosas músicas de tormenta, pero ante todo por su potencia. Después de Tannhäuser (1845) y Lohengrin (1850), se entregó a la composición de la tetralogía El anillo del nibelungo, interrumpida sólo para escribir Tristán e Isolda (1857-1859), que combina las ideas románticas del amor y la muerte, y Los maestros cantores de Nuremberg, (1867). En esta última obra recompone, desde una visión romántica, el pasado de Alemania en el contexto de una historia de amor y recuperación del orden civil amenazado; esta partitura es una de las tres mayores obras de arte cuyo tema es el arte mismo. Su última ópera, Parsifal (1882), utiliza la metáfora cristiana para describir un orden religioso ideal amenazado por el caos.

Franck: Sinfonía en re menor El compositor francés César Franck dedicó sus últimos años a componer una serie de obras con una estructura cíclica innovadora. En este fragmento, que pertenece al tercer movimiento de su Sinfonía en re menor (1886-1888), retoma melodías que ya han aparecido en los primeros movimientos.

Puede considerarse a Wagner como el artista culminante del romanticismo en la música. Utilizó todos los recursos de ese estilo para sus ideas y doctrinas, tomando lo que necesitaba para elaborar un lenguaje de una sutileza, riqueza intelectual e intensidad emocional incomparables. Ningún compositor se ha visto libre de su influencia, aunque en ocasiones tomara la forma de una reacción violenta y apasionada. Incluso los compositores alemanes que dieron nueva vida a la sinfonía estuvieron bajo su influencia. Las cuatro sinfonías de Johannes Brahms, en su día considerado como la antítesis de Wagner, utilizan una forma de variación temática en desarrollo; Bruckner era un confeso devoto suyo, y, por su parte, Mahler escribió obras en las que la voz era finalmente readmitida en la sinfonía. Había wagnerianos en todos los rincones de Europa.

Elgar: Variaciones enigma Las Variaciones enigma del compositor británico Edward Elgar están construidas alrededor de un tema original, con sus correspondientes variaciones, y de un segundo tema (el enigma) que se adapta de forma contrapuntística al primer tema sin llegar a ser desvelado.

Quizá el romanticismo musical más independiente se dio en Rusia, donde Piotr Chaikovski (un decidido antiwagneriano) exploró unas sinfonías románticas nuevas que dramatizaban su sentido personal del destino que amenazaba su vida. También escribió canciones influidas por modelos románticos franceses y óperas, como Eugenio Onegín (1878) y La dama de picas (1890), que proceden del mundo literario romántico de Alexandr Pushkin. El nacionalismo ruso tiene su obra culminante en el Borís Godunov de Modest Músorgski (versión original de 1869), cuyo héroe ofrece una versión rusa particular del alma dividida del romanticismo. Allí existía también una devoción por el realismo que absorbía a los pensadores rusos y que tenía raíces románticas. Así ocurre en la escena famosísima de la muerte de Borís, no con un aria formal, sino con su voz desgarrada que se pierde musicalmente en el olvido. El ejemplo de Glinka aún estaba vivo y queda patente en una serie de óperas épicas y fantásticas de Nikolái Rimski-Kórsakov.

La ópera romántica francesa no quedó deslucida por Wagner, sino que tuvo una voz característica en la obra de Jules Massenet, Charles Gounod y Camille Saint-Saëns; de esta forma, Carmen (1875) de Georges Bizet, admirada por Friedrich Nietzsche y por Chaikovski como antídoto a Wagner, trajo una nueva claridad e inmediatez al género sin perder en intensidad pasional. Incluso Claude Debussy, crítico hostil a Wagner, fue un compositor al que afectó especialmente Parsifal cuando escribió Peleas y Melisanda (1902).

El legado del romanticismo musical es tan complejo como sus orígenes. Los movimientos del impresionismo, el expresionismo y el verismo deben mucho a las ideas románticas; incluso subsiste cierto romanticismo reprimido en la obra de un compositor tan antirromántico como Stravinski, mientras que un romanticismo más abierto ha guiado las ideas de compositores tan cercanos a la música del siglo XX como Leoš Janáček y Béla Bartók, o el pleno romanticismo del único gran compositor inglés de la época, Edward Elgar. A pesar de ello, ya estaban creciendo nuevas ideas durante la primera década del nuevo siglo, y el romanticismo no alcanzó el año 1914 como idea artística central.

Romanticismo hispanoamericano, características específicas que tuvo el romanticismo en Hispanoamérica. Anunciado o presentido por José María Heredia, Jose Joaquín Olmedo y Andrés Bello, el romanticismo llega realmente con el argentino Esteban Echeverría, quien había estado en contacto con ese movimiento durante sus años en Francia y fue miembro destacado de una notable generación argentina “los proscritos”, que fundaron las bases del país y lucharon contra el dictador Rosas.

El poema La cautiva y el relato El matadero, de Echeverría, son considerados las primeras expresiones románticas importantes en el continente. Las notas esenciales del movimiento originario —la libertad, el gusto por el pasado, lo legendario y lo exótico, la exaltación del yo y la sentimentalidad— se registran también en su versión hispanoamericana, pero ésta acentúa las notas del patriotismo, la tendencia historicista y las actitudes humanitaristas del romanticismo social. La poesía, el teatro, la novela, el ensayo, el artículo de costumbres y la leyenda son las formas literarias más abundantes del romanticismo y bien puede decirse que el movimiento es responsable del auge que goza la novela y de su afianzamiento como género tras los primeros intentos de Olavide y Fernández de Lizardi en la época anterior. La novela más representativa —aunque algo tardía— del periodo es, sin duda, María (1897) de Jorge Isaacs.

En verdad, la cronología del romanticismo prueba que su presencia fue larga y que alcanzó para cubrir dos o más generaciones; incluso, cuando aparecen tendencias de signo opuesto (el realismo y el naturalismo) en el campo de la prosa, el espíritu romántico se resiste a desaparecer y se metamorfosea bajo distintas apariencias que le insuflan nueva vida e incluso le permiten alcanzar su verdadera grandeza. Ejemplos de eso son las tradiciones de Ricardo Palma y la poesía gauchesca, que no son formas ortodoxas del romanticismo pero sí reflejos o síntesis americanas de su espíritu. El romanticismo estimuló además la identidad o conciencia colectiva de cada comunidad hispanoamericana y dio origen al concepto de literatura nacional que, unida a teorías de raíz positivista, orientaron los estudios literarios hasta entrado el siglo XX. En una palabra, el romanticismo es el fenómeno capital de la literatura continental en el siglo XIX.

Para justificar esa afirmación, bastaría agregar al ejemplo de María obras de máxima importancia como el Facundo de Sarmiento, la poesía de Gertrudis Gómez de Avellaneda, la novela antiesclavista Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde y los ensayos políticos de Juan Montalvo, entre otros.

ABSOLUTISMO

Absolutismo, sistema político en el que se confiere todo el poder a un solo individuo o a un grupo. Hoy el término se asocia casi en exclusiva con el gobierno de un dictador. Se considera el polo opuesto al gobierno constitucional de sistemas democráticos. El absolutismo se diferencia de éstos en el poder ilimitado que reivindica el autócrata, en contraste con las limitaciones constitucionales impuestas a los jefes de Estado de los países democráticos.

El desarrollo del absolutismo moderno comenzó con el nacimiento de los Estados nacionales europeos hacia el final del siglo XV y se prolongó durante más de 200 años. El mejor ejemplo se encuentra, quizá, en el reinado de Luis XIV de Francia (1643-1715). Su declaración "L'Etat, c'est moi" ("El Estado soy yo") resume con precisión el concepto del derecho divino de los reyes. Una serie de revoluciones que comenzó en Inglaterra (1688) fue forzando poco a poco a los monarcas de Europa a entregar su poder a los gobiernos parlamentarios.

En la historia de España pueden distinguirse dos clases de absolutismo; el primero, a imagen del que rigiera durante siglos en otros países europeos, se fundamentó en la concepción presidencialista del poder; el segundo, que marca una línea divisoria en el ámbito sociopolítico, se mostró permeable, a partir del siglo XVIII, a las ideas de los pensadores ilustrados y adoptó modos políticos paternalistas que fueron llamados despóticos. No obstante, esta influencia, no fue duradera y, a partir de la Constitución liberal de 1812, determinó el carácter agitado y sangriento del siglo XIX, y una alternancia violenta entre los gobiernos despóticos, nostálgicos del absolutismo, y las frágiles tentativas de los gabinetes liberales o constitucionalistas, que tendría su triste reflejo en la dinámica política del siglo XX: entre 1923 y 1975, con el paréntesis de la II República y la Guerra Civil española (1931-1939) dominaron la política del país dos largos regímenes absolutistas, las dictaduras de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) y Francisco Franco (1939-1975).

En América Latina el absolutismo ha sido una constante política a lo largo de los dos siglos transcurridos desde su Independencia. Durante el siglo XIX predominó un absolutismo de carácter conservador, campesino y latifundista, representante de las oligarquías criollas más tradicionalistas. A lo largo del siglo XX el absolutismo ha adquirido formas autocráticas y dictatoriales más sofisticadas, similares a las de otras zonas del mundo, de carácter militarista, ideológico, entre otros.

En la actualidad existen gobernantes absolutistas en muchos países, entre los que se encuentran algunos de los Estados comunistas que han perdurado y algunos otros en Oriente Próximo y en África.

RACIONALISMO
Racionalismo (del latín, ratio, razón), en filosofía, sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción.

El racionalismo ha aparecido de distintas formas desde las primeras etapas de la filosofía occidental, pero se identifica ante todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo XVII René Descartes, el cual creía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias y también de la filosofía. Mantenía que sólo por medio de la razón se podían descubrir ciertos universales, verdades evidentes en sí, de las que es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia. Este tipo de racionalismo fue desarrollado por otros filósofos europeos, como el francés Baruch Spinoza y el pensador y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas británicos, como John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de los sentidos.

El racionalismo epistemológico ha sido aplicado a otros campos de la investigación filosófica. El racionalismo en ética es la afirmación de que ciertas ideas morales primarias son innatas en la especie humana y que tales principios morales son evidentes en sí a la facultad racional. El racionalismo en la filosofía de la religión afirma que los principios fundamentales de la religión son innatos o evidentes en sí y que la revelación no es necesaria, como en el deísmo. Desde finales del año 1800, el racionalismo ha jugado sobre todo un papel antirreligioso en la teología.

Racionalismo (arquitectura), corriente arquitectónica que surge en el primer tercio del siglo XX a partir de una serie de circunstancias culturales y, fundamentalmente, sociales que van a desembocar en la búsqueda de una forma de hacer arquitectura cada vez más despojada de ornamento, desligada del pasado académico o historicista, y estrictamente ligada a la función.

2 ORÍGENES

el nuevo estilo surge de la necesidad de afrontar las exigencias socioeconómicas de la civilización industrial

La crisis posterior a la I Guerra Mundial, especialmente en Alemania, los cambios políticos en Europa a partir de 1918, el problema de la vivienda y los nuevos movimientos sociales serán germen de una nueva política de edificación y urbanismo en la que el sector de la construcción adopta el significado de un servicio social. Puede decirse que el nuevo estilo surge de la necesidad de afrontar las exigencias socioeconómicas de la civilización industrial de masas contemporánea. Además de una cierta saturación del pensamiento cultural y de las tendencias artísticas pasadas, es factor determinante la situación real en que se encuentra Europa, la necesidad de reconstrucción de un país como Alemania, que se encuentra en una situación política bajo la República de Weimar que permitirá fomentar un nuevo enfoque de las necesidades sociales tratando de romper con un pasado rígido e inmovilista. Desde un punto de vista artístico, el alejamiento de la naturaleza o tendencias como la poética cubista o el movimiento neoplasticista generan planteamientos arquitectónicos como la distribución libre de los nuevos espacios a partir de la función, la orientación y la economía de recursos. En el nuevo estilo, la función se manifiesta y pasa a ser generadora de la imagen. Factores como la utilización sistemática de materiales, como el acero, el hormigón armado y el vidrio, permiten este nuevo lenguaje.


3 PRINCIPALES FIGURAS

Museo de la Bauhaus en Berlín El concepto arquitectónico de Walter Gropius no sólo se aprecia en sus grandes edificios públicos, como el Museo de la Bauhaus en Berlín que muestra la fotografía, sino también en las obras de menor escala. Fue uno de los maestros pioneros en el empleo de los nuevos materiales industriales, especialmente el acero laminado, el hormigón armado y el vidrio plano en grandes dimensiones.

El arquitecto alemán Walter Gropius (1883-1969) será de los primeros encargados dentro del nuevo estilo de exaltar los valores de la técnica y sus posibilidades productivas. Se acuñan términos como la estandarización, el maquinismo (que encontrará su máximo defensor en la figura de Le Corbusier) y el diseño industrial. En la divulgación del nuevo pensamiento desempeñará un papel destacado la fundación de la escuela de arte de la Bauhaus por Gropius en Weimar en 1919. En ella se formarán nuevas generaciones de artistas, artesanos y arquitectos con unos principios comunes al servicio de la técnica, la industria y la producción. Uno de los objetivos de la Bauhaus sería el estudio de la sistematización y construcción de viviendas estandarizadas con elementos prefabricados, directamente al servicio de las necesidades sociales del momento. La Bauhaus, en cuyo devenir intervendrían figuras como Hannes Meyer, Mies van der Rohe y Marcel Breuer, va ligada a la suerte de la República de Weimar, por lo que la llegada del nacionalsocialismo a finales de la década de 1920 supondrá su disolución. Precisamente, merece sin duda destacarse de la obra de Gropius la construcción entre 1925 y 1926 de la sede en Dessau de la Bauhaus, una de las obras emblemáticas del racionalismo, un edificio de volúmenes puros y grandes superficies acristaladas.

Seagram Building en Nueva York Mies van der Rohe proyectó en 1958 el Seagram Building, un rascacielos con estructura reticulada de acero cuyo ritmo se reproduce en la fachada mediante perfiles de bronce y un muro-cortina de vidrio. Este edificio se convirtió en un símbolo del llamado International Style, en el que se engloba la mayor parte de la obra americana de este arquitecto alemán que huyó en 1937 a Estados Unidos.

Otro de los maestros de la arquitectura racionalista es Mies van der Rohe (1886-1969), vinculado también a la Bauhaus, pero acaso con una personalidad más autónoma. Manejará en su arquitectura un lenguaje más puro y esencial en la búsqueda de la síntesis. De su colaboración con Peter Behrens surgirá el contacto de Gropius y Le Corbusier. Entre sus primeras obras representativas merecen citarse la villa Güben (1926) y la villa Krefeld (1928). Pero es con el pabellón alemán en la Exposición Universal de Barcelona de 1929 cuando alza una de las obras paradigmáticas de la historia de la arquitectura contemporánea: una memorable combinación de planos verticales y horizontales, muros y cubierta suspendida sobre una retícula de pilares singulares. Otras construcciones emblemáticas son la inolvidable casa Farnsworth (Plano, Illinois, 1950) o el Seagram Building (Nueva York, 1958), una imponente torre de acero y cristal que emerge en el corazón de Manhattan.

Notre Dame du Haut en Ronchamp Le Corbusier proyectó en 1950 la iglesia de peregrinación de Notre Dame du Haut en Ronchamp. Es uno de los edificios religiosos más relevantes de la arquitectura moderna, y muestra el estilo brutalista que dominó la obra del maestro franco-suizo a partir de la II Guerra Mundial.

Será Le Corbusier (1887-1965), otro de los grandes maestros del racionalismo, quien divulgará y popularizará los principios del nuevo estilo. En 1951 ideará el modulor en un intento de engranar un sistema de proporciones desde la escala humana que sea fuente de la sistematización y la fabricación estándar. La pintura será el instrumento de búsqueda del nuevo lenguaje arquitectónico. En 1926 Le Corbusier expone sus llamados cinco puntos de la nueva arquitectura: la casa sobre pilotis, para liberar el suelo-jardín; la cubierta ajardinada, para aprovechar las terrazas; el plano-planta libre, no restringido ya por tabiquería rígida; la ventana corrida en horizontal, y la fachada libre independiente de la estructura portante. La villa Savoie (Poissy, 1929-1931) será la cristalización de estos principios en otra de las obras capitales de la historia de la arquitectura. Otras obras representativas de este arquitecto son la casa para el pintor Ozenfant (1922) y la Unidad de Habitación de Marsella (1947-1952).

EDAD CONTEMPORANEA

Edad contemporánea, periodo histórico que sucede a la denominada edad moderna y cuya proximidad y prolongación hasta el presente le confieren unas connotaciones muy particulares por su cercanía en el tiempo. Benedetto Croce, filósofo italiano de la primera mitad del siglo XX, afirmaba que la “historia es siempre contemporánea” y si ciertamente la historia tiene como centro al hombre, no menos cierto es que ésta tiene como centro al hombre actual. En consecuencia, si la visión del pasado remoto está condicionada por las circunstancias y la mentalidad del hombre actual, también lo estará, y en mayor medida, el pasado reciente tan cercano a su experiencia vital.

Campo de trigo y cipreses Uno de los símbolos más difundidos del arte contemporáneo es la obra del pintor holandés Vincent van Gogh, uno de cuyos paisajes se reproduce aquí: Campo de trigo y cipreses (1889). Inscrito al movimiento postimpresionista, representó el mundo visible según el ideal impresionista aunque con una caligrafía muy personal en la que los trazos ondulantes imprimen un especial dinamismo a las formas. El estilo pictórico de Van Gogh sirvió más tarde de inspiración al fauvismo y al expresionismo.

El término, acuñado desde la historiografía occidental y plenamente asumido como referencia cronológica, se aplica a un objeto histórico con entidad en sí mismo y, por tanto, no se le considera como un último tramo de la historia moderna. No obstante, la determinación de sus límites y su evolución siguen siendo objeto de controversia entre las distintas historiografías nacionales, en virtud de la diferente concepción en torno al significado de la contemporaneidad, o la posmodernidad, como la han denominado algunos especialistas. Desde la historiografía francesa, el concepto de contemporaneidad y de historia contemporánea se introdujo en la reforma de la enseñanza secundaria de Victor Duruy en 1867, estableciendo sus orígenes desde 1789. En la historiografía anglosajona, donde la concepción de la modernidad es más elástica, la contemporaneidad resulta más dinámica en la medida en que une al presente un pasado muy próximo. De cualquier modo, en toda la historiografía occidental persiste la controversia en torno a la naturaleza y el contenido semántico de lo contemporáneo. Un concepto que, asimismo, ha sido afrontado desde diferentes actitudes intelectuales a lo largo del tiempo, como puede apreciarse en el rechazo de la historia positivista de conferir la dignidad de la historia a la actualidad o el creciente interés desde la década de 1960 por abarcar el pasado más inmediato desde la historia, en diálogo permanente con las demás ciencias sociales. Desde esta perspectiva han ido aflorando, especialmente desde la década de 1980, los estudios sobre la historia del tiempo presente, u otras denominaciones como historia reciente o historia del mundo actual, para referirse a un periodo cronológico en que desarrollan su existencia los propios actores e historiadores.

2 LA ESPECIFICIDAD Y LOS LÍMITES DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO

1812, de Chaikovski Piotr Ilich Chaikovski, uno de los músicos más importantes del siglo XIX, estuvo influido por el estilo nacionalista que primaba entre los compositores rusos de su época. Su obertura 1812 (1880) es una descripción de la retirada de las tropas de Napoleón I Bonaparte de Moscú.

En sus orígenes, la controversia sobre la especificidad y los límites del mundo contemporáneo se desarrolló dentro de un marco esencialmente occidental y eurocentrista, pero la compleja y heterogénea naturaleza de éste y los cambios sobrevenidos en Occidente han influido en la revisión de estos postulados hacia horizontes más amplios, acordes a la globalidad del mismo.

George Gershwin La obra del compositor y pianista estadounidense George Gershwin fue un puente entre los mundos del jazz y la música clásica. Con su Rhapsody in blue (1924), aclamada por el público y la crítica, la música clásica incorporó muchos caracteres del jazz.

La cercanía en la memoria histórica, sus difusos contenidos por tratarse de procesos inconclusos que percuten en el presente y mediatizan el porvenir, la asincronía y las peculiaridades con que las sociedades se insertan o no en los parámetros de la contemporaneidad, así como su proyección hasta el presente y, por tanto, su carácter esencialmente dinámico y abierto, ilustran la especificidad de ésta respecto a otras eras del pasado.

Escena de Lo que el viento se llevó El cine ha recibido el calificativo de "séptimo arte" hasta el extremo de convertir esa expresión en un lugar común a la hora de referirse a la creatividad cinematográfica, esencial manifestación cultural de la edad contemporánea desde su aparición a finales del siglo XIX. Rhett Butler (interpretado por el actor Clark Gable) y Escarlata O'Hara (a quien dio vida Vivien Leigh) aparecen en este fotograma de Lo que el viento se llevó (dirigida en 1939 por Victor Fleming), una de las películas más famosas de todos los tiempos.

Tradicionalmente, la historiografía europea occidental, y en concreto la francesa, ha emplazado los orígenes de la contemporaneidad en el ciclo revolucionario iniciado en 1789 (Revolución Francesa), enmarcándola más adelante en los cambios estructurales asociados a la disolución del Antiguo Régimen. La asunción de estos criterios, de cualquier modo, son vinculados por las diferentes historiografías nacionales a su propia singularidad histórica: 1808, en el caso español a partir de la guerra de la Independencia; 1848, en los países de Europa central a raíz de la oleada revolucionaria que tuvo lugar en aquella coyuntura (revoluciones de 1848); o el agitado periodo revolucionario entre 1905 y 1917 en la Rusia imperial que desembocó en la Revolución Rusa. La transición de una era a otra se asocia a dos procesos fundamentales: la aparición de la sociedad capitalista, cuyos síntomas iniciales y primer modelo se forjaron en Gran Bretaña con la primera Revolución Industrial; y las revoluciones burguesas, que irán jalonando la transición hacia un modelo social y hacia fórmulas de organización del poder diferentes de las del Antiguo Régimen. En la historiografía anglosajona, los inicios de la contemporaneidad se sitúan en el siglo XX, no sin disparidad de criterios a tenor de cómo se interprete el término. El historiador inglés Geoffrey Barraclough escribía en 1964 que la historia contemporánea “empieza cuando los problemas reales del mundo de hoy se plantean por primera vez de una manera clara”, y que “hasta 1945 el aspecto más destacado de la historia reciente era el fin del antiguo mundo”.

Adam Smith En su famoso tratado La riqueza de las naciones, Adam Smith sostenía que la competencia privada libre de regulaciones produce y distribuye mejor la riqueza que los mercados controlados por los gobiernos. Desde 1776, cuando Smith escribió su obra, su razonamiento ha sido utilizado para justificar el capitalismo y disuadir la intervención gubernamental en el comercio y cambio. En palabras de Smith, los empresarios privados que buscan su propio interés organizan la economía de modo más eficaz "como por una mano invisible".

La proyección de la contemporaneidad hasta el presente constituye uno de sus rasgos más peculiares, pero precisamente esa cercanía al presente dificulta su periodización interna. Las opciones planteadas por los historiadores son múltiples, proponiendo desde la división en una alta y una baja edad contemporánea, la distinción entre un siglo XIX largo y un siglo XX corto, o la diferenciación entre la contemporaneidad propiamente histórica y la historia actual o del tiempo presente, cuyos límites internos son objeto de continua discusión. De cualquier modo, lo evidente es que el cambio de las estructuras, siempre lento y por debajo de la aceleración del tiempo histórico en determinadas coyunturas, se sitúa en un proceso de transición desde la modernidad al mundo contemporáneo, en el caso de mantener esa proyección lineal del tiempo, cuyos rasgos aparecen mejor delineados a medida que avanza el siglo XX, y en la que cada sociedad habrá trazado un itinerario con su propio ritmo y peculiaridades. Del mismo modo, se podría afirmar que el carácter global e interdependiente del mundo contemporáneo ha facilitado un mejor conocimiento del mismo y la constatación de la concurrencia de sociedades cuyos ritmos históricos son diferentes y que reaccionan de forma plurivalente hacia lo que Occidente ha definido como constitutivo de lo contemporáneo.

3 LOS FUNDAMENTOS DE LA CONTEMPORANEIDAD

Alexis de Tocqueville Historiador, teórico político y escritor francés, Alexis de Tocqueville se hizo famoso por sus interesantes análisis políticos. Durante un viaje a Estados Unidos a principios de la década de 1830, Tocqueville recopiló datos que sirvieron de base al libro La democracia en América (1835-1840). Tocqueville creía en el concepto de democracia, pero le preocupaba que la voluntad de las masas pudiera ahogar las libertades individuales.Hulton Deutsch

Partiendo de estas consideraciones previas y enfatizando el fenómeno de la transición en la configuración de la contemporaneidad, desde una concepción amplia y global, y en la que conviven elementos de permanencia de la modernidad con las fuerzas y tendencias de cambio, conviene tener en consideración dos planteamientos previos: en primer término, la tendencia hacia la universalización de la civilización occidental, en clave de imposición, por lo general, a partir de su supremacía tecnológica y material y de la proyección de su modelo de sociedad como paradigma de modernización, que le ha llevado a desarrollar una relaciones desiguales con otras civilizaciones; y en segundo lugar, la presencia de otras civilizaciones, cuyas actitudes varían según el caso y los diferentes momentos históricos frente a la tendencia uniformizadora de Occidente y reivindicadoras de su propia identidad, sin cuya consideración difícilmente podría comprenderse el mundo contemporáneo.

En el ámbito de lo político, uno de los rasgos más ilustrativos de la contemporaneidad es la creación y extensión del Estado-Nación y de los fenómenos intrínsecamente vinculados al mismo, como el nacionalismo, cuyo nacimiento tuvieron lugar en el continente europeo y cuya generalización a lo largo de todo el globo están fuera de toda discusión. La reivindicación y extensión del derecho a la autodeterminación —esgrimido tanto desde planteamientos democráticos como marxistas—, el rebrote de los nacionalismos en Europa central y oriental (tras las revoluciones de 1989 y el final de la Guerra fría), el protagonismo de los estados en las relaciones internacionales o la descolonización ponen de relieve la vitalidad del Estado-Nación. Una realidad que, en modo alguno, puede ocultar las dificultades para plasmar ese concepto no sólo en el mundo extraeuropeo sino en partes de la vieja Europa, y que han sido a menudo motivo de sangrientos conflictos. En un mismo plano, habría que incluir los modelos político-ideológicos que generados y suscitados desde Europa habrían de tener una amplio eco en el mundo, como las formas liberales y democráticas, los fascismos o el socialismo, que según diferentes épocas y las distintas realidades sociales se intentaron plasmar con mayor o menor fidelidad o con un consciente afán de búsqueda de una adaptación original. En ciertos casos, el fracaso de estas fórmulas ha impulsado la búsqueda de soluciones originales inspiradas en la propia tradición, como puede observarse en algunos ejemplos del mundo islámico.

Anuncio publicitario El desarrollo del consumo en las sociedades contemporáneas capitalistas ha ido indisolublemente unido al de la propia publicidad propagadora de las distintas marcas comerciales.A.T. Co. Product of The Amer. Tobacco Co.

En el ámbito económico, el capitalismo se ha convertido en el marco conceptual y estructural sobre el que se configura la actual economía mundial. El proceso iniciado en Europa, concretamente en Gran Bretaña, y su progresiva expansión, no sin fuertes convulsiones y desequilibrios desde sus primeros momentos, ha alcanzado una dimensión planetaria. Tras los reajustes industriales, mercantiles y financieros posteriores a la II Guerra Mundial, el capitalismo ha generado unas posibilidades de consumo insospechadas. Un proceso posibilitado por los avances de la ciencia y de la tecnología y la creciente interdependencia económica, favorecido, entre otros factores, por la progresiva concentración de la riqueza, en manos de un pequeño grupo de estados, en entidades económicas como las multinacionales y en organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial que dictan las pautas de comportamiento económico de los estados. Un sistema que de forma permanente se ha basado en una relación desigual en favor de los actores que han mantenido una posición hegemónica en el sistema económico y fomentado unas relaciones de dependencia, antes bajo formas de colonización en la era del imperialismo o en la actualidad mediante la perpetuación de los desequilibrios Norte-Sur. Una influencia que también se ha manifestado en la propia concepción de las teorías y modelos económicos, y que se ha agudizado tras el fracaso del socialismo real y el escaso efecto de las propuestas realizadas en pro de un nuevo orden económico internacional más justo.

Asamblea General de la ONU La Asamblea General de Naciones Unidas (en la imagen durante una de sus sesiones anuales) es uno de los principales foros de la ONU. En ella todos los países miembros pueden debatir acerca de cualquier asunto de tipo político, económico y humanitario y asesorar al Consejo de Seguridad. En la Asamblea, cada Estado tiene un voto, pero sus resoluciones, que han de ser aprobadas por mayoría, no tienen un carácter vinculante.

Uno de los cambios aparejados al desarrollo de las sociedades industriales en Europa desde el siglo XIX fue el cambio en el comportamiento demográfico y el crecimiento de la población. A lo largo del siglo XX, la explosión demográfica ha sido uno de los fenómenos de mayor relevancia y, de hecho, se ha convertido en uno de los grandes problemas globales que se le plantean a la humanidad de cara al próximo milenio. Asimismo, a lo largo del siglo XX se ha configurado y generalizado la sociedad de masas tendente a disfrutar de altos e igualitarios niveles de vida, consumo y bienestar, pero cuya materialización presenta grandes disfuncionalidades ya se trate de poblaciones que tienen acceso al desarrollo o viven sumidas en el subdesarrollo. Indudablemente, los problemas sociales que aparecen en cada universo social son radicalmente diferentes, pero en el caso de estas últimas se plantea la frustración ante el hito de la modernización y la experiencia vivida respecto a la misma. Estas condiciones plantean un desequilibrio constante para aquellas sociedades, provocando fenómenos complejos de alcance mundial como las migraciones desde el Sur hacia el Norte o la búsqueda de soluciones revolucionarias, que en ocasiones ponen de relieve las reticencias hacia Occidente o la debilidad de las estructuras incorporadas desde Occidente, por ejemplo el Estado-Nación, como se ha puesto de manifiesto en los estados centroafricanos a finales del siglo XX.

David Bowie La música popular contemporánea alcanzó un definitivo acceso a buena parte de la población mundial con el desarrollo de la industria discográfica, paralelo a la aparición de una específica cultura juvenil. El rock, considerado sinónimo de la "música del siglo XX", ha tenido en intérpretes y compositores como el británico David Bowie a sus principales difusores. La trayectoria profesional de Bowie es un resumen de la propia historia de la cultura musical juvenil desde mediados de la década de 1960.

La fisonomía del mundo contemporáneo sería difícilmente comprensible sin apreciar la transcendental importancia del desarrollo de la ciencia y la tecnología, en especial en lo concerniente a la información y a las comunicaciones. La interdependencia y la globalidad del mundo, sintetizadas en la expresión de la “aldea global” de Marshall McLuhan, han sido posibles gracias a dichos avances. Asimismo, los avances en la ciencia han sobrepasado los límites del mundo occidental para mostrar un claro policentrismo en los focos de desarrollo de la ciencia, como bien refleja el papel que ha jugado Japón tras la II Guerra Mundial. Un desarrollo científico cuyas aplicaciones han alcanzado un altísimo grado de difusión a lo largo del globo, aunque los beneficios del mismo todavía sean objeto de una asimétrica distribución. La cultura y su amplio elenco de manifestaciones ha sido uno de los ámbitos que mejor ha reflejado y ha dotado de un nuevo lenguaje y una nueva imaginería a la contemporaneidad. La crisis de la posmodernidad manifiesta en el pensamiento filosófico, en las ciencias y en las expresiones artísticas han puesto de relieve las limitaciones sobre las que se habían basado los preceptos de la modernidad euro-occidental, y la necesidad de replantear sobre nuevas bases el conocimiento del cosmos y la naturaleza humana. En este proceso ha influido no sólo el propio devenir de la sociedad occidental y la crisis de civilización experimentada a lo largo del siglo XX, sino también el encuentro con otras formas de cultura y con otras civilizaciones.

Por último, el ámbito que mejor ilustra los nuevos signos del mundo contemporáneo son los cambios que han sobrevenido en la configuración de la sociedad internacional actual. Los dos últimos siglos han mostrado la transición desde una sociedad internacional forjada desde la hegemonía eurocéntrica, a partir de un modelo de equilibrio de poder entre las grandes potencias europeas y que culminó en los imperialismos de principios del siglo XX, hacia una sociedad internacional plenamente universalizada, cuyo alumbramiento corrió parejo a la crisis del poder de Europa a través de dos sangrientas guerras mundiales. La nueva sociedad internacional establecida sobre unos pilares decididamente universales, se fraguó tras 1945 sobre la lógica de la bipolaridad de dos superpotencias no europeas, los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y más adelante, al finalizar la Guerra fría, sobre una realidad policéntrica, cuyos contornos y definición son todavía objeto del debate sobre el denominado ‘nuevo orden mundial’. La sociedad internacional tras 1945 ha sido el resultado de dos juegos de fuerzas: la dialéctica Este-Oeste, sobre la que se manifestó la Guerra fría, y la dialéctica Norte-Sur, cuya notoriedad fue mayor a medida que fue emergiendo una nueva realidad, el Tercer Mundo, cuya irrupción tuvo lugar con los procesos de descolonización. Una tensión que aflora en toda su complejidad en el final del siglo XX, mostrando no sólo las fisuras existentes entre el Norte y el Sur en términos socioeconómicos, sino en un plano más amplio, al evidenciar las tensiones entre civilizaciones. Una nueva sociedad internacional más vertebrada, en la medida en que se ha ido institucionalizando la multilateralización de las relaciones internacionales, y más compleja a tenor de la incorporación de nuevos actores, como los organismos internacionales, las organizaciones no gubernamentales, las multinacionales o las internacionales de los partidos, que sustraen protagonismo a la tradicional primacía de los estados. Y en última instancia, una sociedad internacional que expresa en su totalidad la interdependencia y la globalidad de los fenómenos y los acontecimientos del mundo contemporáneo.

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